El 15 de junio, Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) celebra su décimo aniversario. Un día como hoy, hace diez años, el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) anunció que no deportaría a los jóvenes indocumentados que cumplieran con los requisitos: menores de 31 años, llegados a este país menores de 16 años, que hayan estado viviendo en el Estados Unidos durante al menos 5 años, y actualmente matriculado o graduado de la escuela secundaria.
En la última década, DACA ha tenido un enorme impacto en muchas comunidades. A través de esta política, más de 800,000 jóvenes inmigrantes han podido buscar trabajo, educación y proveer económicamente para sus familias y comunidades sin temor a la deportación. Soy una de esos beneficiarios de DACA que ha podido continuar con una educación y ahora puedo trabajar y ayudar a mi familia. Pero mi futuro continúa lleno de estrés e incertidumbre. Cada dos años, los beneficiarios de DACA deben solicitar la renovación de su estatus y permiso de trabajo, lo que significa que solo podemos planificar un futuro en incrementos de dos años.
Siempre ha sido mi sueño tener una casa en este país. Después de todo, ser dueño de tu propia casa es el Sueño Americano, ya que significa que estás dejando raíces para futuras generaciones. Pero ser DACAmentado puede hacer que el proceso de comprar casa sea intimidante por el miedo constante de que puedas ser despojado de tu protección y seguro social en cualquier momento. Si te revocan tu seguro social, pierdes tu protección y tu permiso de trabajo. Lo perdería todo si me revocaran el permiso de trabajo. Este es el único país que conozco, y aquí es donde pertenezco. Es mi hogar y el de muchos de mis familiares y amigos que viven en el limbo migratorio.
Entonces, si bien DACA ha ayudado temporalmente a jóvenes indocumentados, no es una solución permanente. Durante diez años, grupos de derechos de los inmigrantes como FIRM han estado luchando para ampliar las protecciones al resto de nuestra comunidad y hacerlas permanentes con un camino hacia la ciudadanía.
Vine a este país a la edad de 8 años de México junto a mi familia en busca de una vida mejor.
En 2012, estaba en mi último año de secundaria cuando el presidente Obama presentó DACA. En ese momento, no comprendía completamente cómo la aprobación de este proyecto de ley afectaría mi vida. Después de inscribirme en la universidad en el otoño de 2013, me di cuenta de que sin DACA y el Dream Act, habría sido mucho más difícil para mí obtener una educación superior y alcanzar mis sueños. Así que me involucré activamente en temas de inmigración y equidad racial y comencé a movilizar a los miembros de la comunidad para denunciar estas injusticias.
Después de DACA, todo cambió para mí, pude graduarme de la universidad y ejercer una carrera. Tengo seguro médico y puedo ayudar económicamente a mis seres queridos. Tengo los medios económicos para ayudar a mi comunidad y vivir cómodamente. DACA me ha proporcionado un trabajo y un salario digno. Me ha permitido obtener una licencia de conducir para poder conducir sin temor a que me detengan y me deporten.
Cuando estaba chica, siempre me preocupaba si sería capaz de obtener una educación y construir una carrera. Y aunque he comenzado hacerlo, todavía tengo que vivir con esas preocupaciones. DACA ha enfrentado varias amenazas en los últimos años. La administración Trump intentó revocarlo y, aunque la Corte Suprema falló a favor de la legalidad de DACA, el expresidente republicano rechazó las solicitudes. Y el año pasado, un juez federal en Texas impidió que la administración Biden aprobará nuevas solicitudes.
Temo que el programa DACA pueda llegar a su fin en cualquier momento. Temo por mi familia, amigos y comunidad que no tienen DACA. Y temo que nunca podré reunirme con mi familia en México.
Si bien DACA me ha abierto oportunidades, mi objetivo final es la ciudadanía para todos. DACA me hizo preguntarme: ¿Por qué califico para protecciones mientras que otros jóvenes indocumentados no? ¿Cómo es que puedo trabajar legalmente en este país, pero mi madre que se ha sacrificado tanto desde que llegó no es reconocida por este país? Mi madre emigró a este país en busca de una vida mejor, en busca del Sueño Americano. Ella vino aquí para darles a sus hijos la mejor vida posible. Sus acciones fueron motivadas por el amor a sus hijos y a ella misma. En México, mi madre huyó de la violencia y las condiciones de vida inestables. Ella merece la misma protección.
En la universidad, conocí a estudiantes que no cumplían con los requisitos de DACA, por lo que no estaban seguros de lo que iban a hacer después de la universidad. Imagínate ir a la universidad, obtener un título y no saber si alguna vez podrás ejercer una carrera y construir una vida en este país donde has trabajado tan duro. Escuchar sus historias me motivó y me empujó a nunca dejar de abogar por nuestra comunidad.
Hemos sobrevivido bajo este programa por más de una década. Nuestro país necesita una solución permanente para todos los inmigrantes indocumentados y DACAmentados. Debemos seguir presionando al presidente Biden para que cumpla sus promesas y trabaje con los demócratas en el Congreso para hacer realidad todos nuestros sueños. Nuestro gobierno debe brindar protección y el derecho a vivir y trabajar en los Estados Unidos para todos los inmigrantes, porque de lo contrario resultaría con la detención y deportación de 11 millones de personas.
Organizarse en números tiene poder, hace una década miles de activistas comunitarios se unieron y abogaron y defendieron DACA. No debemos perder la esperanza. Lograremos la ciudadanía para todos. Sigamos manteniéndonos unidos para hacer que nuestros funcionarios electos rindan cuentas.