Mientras que la narrativa nacional y las acciones de esta administración han dado un giro violento contra nuestras comunidades de inmigrantes, esta parte inclusiva y acogedora de la vida en Maine me da esperanza de que las cosas pueden cambiar – una comunidad a la vez.
A principios de este mes tuve el privilegio de participar en un viaje a Maine para escuchar directamente de inmigrantes cómo es vivir en este estado y entender qué es lo que más les afecta su vida diaria en estos tiempos difíciles. En medio de un contexto político tan dividido, esperaba lo peor. Pero, en cambio, me encontré con la esperanza al escuchar a los inmigrantes referirse a Maine como su hogar y su comunidad.
En Community Change hemos estado organizando charlas alrededor del país, en busca de aprender cómo el polarizado debate sobre la inmigración afecta a diferentes comunidades. Además de discutir cómo los inmigrantes, refugiados, y residentes pueden trabajar en conjunto para crear un futuro donde todos podamos participar y gozar de los frutos de nuestra democracia.
En la última ocasión, visitamos Lewiston, Maine, ya que tiene una larga historia de inmigración que refleja lo que sucede en muchas comunidades del país. Desde los inmigrantes franco-canadienses que construyeron las fábricas textiles, las cuales hoy en día son restaurantes, bares y viviendas, hasta los inmigrantes africanos que impulsan la economía y cuidan a las personas mayores en esa comunidad. Lewiston muestra cómo los destinos de inmigrantes, refugiados y residentes están entrelazados.
Cuando supe que estaría viajando a Maine para formar parte de estas conversaciones, asumí que conocería a trabajadores que contribuyen a la fuerza laboral de esta región o a familias que han llegado a este estado en busca de un futuro más próspero. Para mi sorpresa, la mayoría de personas que conocí gracias a la organización Maine People’s Alliance, describen a Maine como una comunidad acogedora en donde han logrado cumplir sus sueños.
Una propietaria de un centro de cuidado infantil local nos explicó que el sueño de su madre era tener una tienda en los Estados Unidos, un país mundialmente conocido por la libertad y la oportunidad de prosperidad económica. Fue una experiencia conmovedora escuchar cómo ella compartía los sacrificios que hizo su madre y los frutos que ha dado todo el trabajo de su familia. Aunque algo curioso para mí fue escuchar cómo varios residentes de una forma u otra compartieron lo que para muchos suena como el famoso ‘Sueño Americano’, pero sin usar esas palabras en específico.
Otro caso que también me conmovió fue el de un señor que llegó a los Estados Unidos, como un refugiado de la República del Congo cuando tenía 24 años , y que encontró una red de apoyo que le brindó las herramientas necesarias para ser un empresario. Hoy en día, él trabaja con una organización sin fines de lucro para ayudar a inmigrantes a llenar sus formularios y comenta que esta es su forma de agradecer por todo el apoyo que le brindaron cuando él se integró a su comunidad.
Durante las charlas, varios participantes coincidieron que quienes han llegado en los últimos años a esta área, se han integrado de una forma más fácil debido a un mejor acceso al lenguaje y más apoyo por parte de organizaciones locales. Como resultado, la contribución de la comunidad inmigrante ha sido esencial para el crecimiento y el desarrollo de Maine. Algo que no debería pasar desapercibido.
Por ejemplo, Portland y Lewistown acogen un gran número de inmigrantes de países de África Central y Sudáfrica y gracias a ello, su crecimiento y desarrollo económico han progresado. Y es que a nivel estatal, Maine tiene tan solo 68 trabajadores disponibles para cada 100 vacantes. Además, algunas áreas del estado enfrentan pérdidas de población y hay comunidades que reportan más muertes que nacimientos. Así que la diversa población que ha emigrado a Maine ha ayudado a completar sus comunidades.
Lamentablemente, no todo ha sido color de rosas. Los refugiados compartieron que años atrás, algunas personas se mostraban escépticas ante el estatus de refugiados, creyendo falsamente que eran personas que habían salido de las cárceles. Muchos encontraron pocos recursos para integrarse en sus comunidades.
Algunos participantes de las charlas compartieron que el creciente tono de odio contra la comunidad inmigrante no es un secreto. Muchos opinan que el presidente es quien establece el tono político en el país y que la administración actual solo ha llenado las calles de tensión y caos.
Pero mientras que la narrativa nacional y las acciones de esta administración han dado un giro violento contra nuestras comunidades de inmigrantes, esta parte inclusiva y acogedora de la vida en Maine me da esperanza de que las cosas pueden cambiar – una comunidad a la vez.